domingo, 26 de febrero de 2017

Cuidado con los premios


No negaré que me sorprende la valoración puramente cuantitativa que mucha gente sigue utilizando para opinar sobre los Oscar y otros premios similares. Tampoco es que proceda una valoración cualitativa (sea lo que sea eso, que nunca ha estado claro del todo). A ver; los premios los conceden unos señores que votan. Perogrullo, volumen uno: el resultado del galardón es directamente proporcional a la opinión del que vota; ergo, subjetividad pura (con el añadido de otros posibles intereses que todos imaginamos).

Otra cosa es que podamos opinar nosotros también (faltaría más), que usemos nuestra subjetividad libre y respetable para cuestionar o valorar lo que se ha votado, y contrastarlo asimismo con nuestros gustos y opiniones personales. Hasta aquí, creo yo, todo obvio y cristalino.

Sin embargo, urge una aclaración respecto al asunto de la cantidad. Hollywood no es Eurovisión. Es decir, no es una cuestión de sumar más puntos que otros. Por tanto, que una película gane ocho premios Oscar no se traduce en que haya que considerarla necesariamente mejor que otra que haya ganado sólo uno o dos.

Más claro (Perogrullo, volumen dos): si una película gana seis premios, y dichos premios son, por ejemplo, a la mejor canción, el mejor montaje, los mejores efectos de sonido, el mejor maquillaje, la mejor música original y el mejor vestuario, su prestigio cinematográfico nunca va a situarse por encima del de otro filme que haya ganado un solo Oscar, pero en este caso a la mejor película, o incluso al mejor director o el mejor guion. Lo digo sobre todo para que no caigáis en la trampa de ir a ver una película por el simple hecho de que la anuncien como “candidata a/premiada con” tropecientos Globos de Oro, Oscars o Goyas. Somos mayores y sabemos leer. O eso creo.

Y, bueno, va, Perogrullo, volumen tres: los premios son como la suerte, o como el dinero: no siempre tiene más quien más lo merece. Lo importante es que os fieis de vuestro gusto o, en su defecto, vuestra intuición. Que para otras cosas bien que nos gusta presumir de criterio propio.


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