lunes, 15 de enero de 2018

Wonder Wheel

El cómico está triste y azul






“La creatividad es la inteligencia divirtiéndose”, escribe Enrique Vila-Matas en su última novela, una cita que viene bastante bien para explicar lo que le pasa (más bien lo que le falta) a la última generación de películas dirigidas por Woody Allen.

Si por algo este pequeño cerebro neoyorquino se hizo famoso en su momento fue, creo yo, por compaginar como nadie dos conceptos —la seriedad y la comedia (o la profundidad y el entretenimiento) — que muchos se negaban a conciliar, y eso dio como fruto las que casi todo el mundo reconoce como sus mejores obras: Annie Hall, Manhattan, Delitos y faltas, Hannah y sus hermanas, Maridos y mujeres, Misterioso asesinato en Manhattan

Pero como el prejuicio intelectual por excelencia sigue aferrado a la amarga idea de que reírse es de tontos, y que más vale un ceño fruncido que un chiste ingenioso, se ha impuesto también la tendencia a considerar que, en la inabarcable producción de Woody Allen, lucen más los títulos exclusivamente dramáticos que los descaradamente cómicos, opinión que no comparto, o no del todo.

Creo que Poderosa Afrodita, Todos dicen I love you, Un final made in Hollywood, Balas sobre Broadway, Desmontando a Harry, Si la cosa funciona y Granujas de medio pelo (una de mis favoritas, aunque no lo sea de casi nadie) son lo mejor del Woody Allen reciente, el más irregular y denostado, de cuya nómina dramática me quedo con Match point e Irrational man, pero de quien sigo prefiriendo su vertiente más cínica y sarcástica (y a quien, dicho sea de paso, echo de menos delante de la cámara; no es el mejor actor del mundo, pero podría aspirar al premio al mejor personaje del mundo).

También es verdad que con una película al año es fácil confundirse y mezclar sin darse cuenta, incluso olvidarse de algunos títulos que, aunque se hayan disfrutado razonablemente en la sala de cine, han quedado de inmediato sepultados bajo el peso del siguiente. En el caso concreto de Wonder Wheel, reaparece el Woody Allen netamente dramático, el intelectual que venera a sus clásicos, el chejoviano enamorado de Nueva York y el escéptico sentimental en su versión trágica.

Hombres sudorosos en camiseta que discuten a gritos con mujeres en bata en cuchitriles del extrarradio. Esto puede ser lo mismo Tennessee Williams que Esperanza Sur, y en este caso gana el primero, el teatro a la sitcom, el melodrama a la comedia, con la única excepción de ese niño pirómano, que sirve además para introducir la imprescindible dosis freudiana.

No me aburre ni me exaspera, pero tampoco me entusiasma, y además creo que la subtrama gansteril está desaprovechada, sobre todo en sus posibilidades cómicas. Eso sí, diría que es su película más brillante en lo estético desde Balas sobre Broadway.



Director: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Intérpretes: Kate Winslet, Justin Timberlake, Jim Belushi, Juno Temple
País: Estados Unidos


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