“La
creatividad es la inteligencia divirtiéndose”, escribe Enrique Vila-Matas en su
última novela, una cita que viene bastante bien para explicar lo que le pasa
(más bien lo que le falta) a la última generación de películas dirigidas
por Woody Allen.
Si
por algo este pequeño cerebro neoyorquino se hizo famoso en su momento fue,
creo yo, por compaginar como nadie dos conceptos —la seriedad y la comedia (o
la profundidad y el entretenimiento) — que muchos se negaban a conciliar, y eso
dio como fruto las que casi todo el mundo reconoce como sus mejores obras: Annie
Hall, Manhattan, Delitos y faltas, Hannah
y sus hermanas, Maridos y mujeres, Misterioso
asesinato en Manhattan…
Pero
como el prejuicio intelectual por excelencia sigue aferrado a la amarga idea de
que reírse es de tontos, y que más vale un ceño fruncido que un chiste
ingenioso, se ha impuesto también la tendencia a considerar que, en la
inabarcable producción de Woody Allen, lucen más los títulos exclusivamente
dramáticos que los descaradamente cómicos, opinión que no comparto, o no del
todo.
Creo
que Poderosa
Afrodita, Todos dicen I love you, Un final made in Hollywood, Balas
sobre Broadway, Desmontando a Harry, Si la
cosa funciona y Granujas de medio pelo (una de mis
favoritas, aunque no lo sea de casi nadie) son lo mejor del Woody Allen
reciente, el más irregular y denostado, de cuya nómina dramática me quedo con Match
point e Irrational man, pero de quien sigo prefiriendo su vertiente más
cínica y sarcástica (y a quien, dicho sea de paso, echo de menos delante de la
cámara; no es el mejor actor del mundo, pero podría aspirar al premio al mejor personaje del mundo).
También
es verdad que con una película al año es fácil confundirse y mezclar sin darse
cuenta, incluso olvidarse de algunos títulos que, aunque se hayan disfrutado
razonablemente en la sala de cine, han quedado de inmediato sepultados bajo el
peso del siguiente. En el caso concreto de Wonder Wheel, reaparece el Woody
Allen netamente dramático, el intelectual que venera a sus clásicos, el
chejoviano enamorado de Nueva York y el escéptico sentimental en su versión
trágica.
Hombres
sudorosos en camiseta que discuten a gritos con mujeres en bata en cuchitriles
del extrarradio. Esto puede ser lo mismo Tennessee Williams que Esperanza Sur,
y en este caso gana el primero, el teatro a la sitcom, el melodrama a la
comedia, con la única excepción de ese niño pirómano, que sirve además para
introducir la imprescindible dosis freudiana.
No
me aburre ni me exaspera, pero tampoco me entusiasma, y además creo que la
subtrama gansteril está desaprovechada, sobre todo en sus posibilidades
cómicas. Eso sí, diría que es su película más brillante en lo estético desde Balas
sobre Broadway.
Director: Woody
Allen
Guion: Woody
Allen
Intérpretes: Kate
Winslet, Justin Timberlake, Jim Belushi, Juno Temple
País: Estados
Unidos
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