De
mi admiración por Álex de la Iglesia lo dije casi todo allá por abril, cuando
reseñé El bar, así que hoy me centraré solo en las virtudes de Perfectos
desconocidos, que son muchas aunque se trate de un remake y el director vasco haya renunciado por una vez a
determinadas secciones (en especial, la de casquería) de su habitual mercado de
abastos narrativos.
Por
resumir: un escenario prácticamente único al que se le saca sin embargo el
mayor de los dinamismos y se le añade una inquebrantable y creciente tensión;
un plantel de personajes que son nosotros mismos y nuestra estupidez
contemporánea (a medida que los teléfonos son más inteligentes, sus usuarios
parecemos más lerdos), que representan nuestros prejuicios no superados y
nuestra dependencia enfermiza de la tecnología portátil, lo que supone a la vez
la degradación máxima de la en otros tiempos sagrada intimidad.
El mejor amigo del hombre ya no es el perro… es el “modo avión”.
El mejor amigo del hombre ya no es el perro… es el “modo avión”.
Comedia
costumbrista y a ratos negra, siempre con un punto de mala baba y de cierto
desafío (cuidado con reírte de este o de esta, porque a lo mejor el siguiente
gag te retrata a ti), con hechuras teatrales pero ritmo cinematográfico, y con
unos actores fantásticos que dejan a los premios Goya a la altura de la final
de Gran Hermano VIP (ni una sola candidatura —tampoco para el reparto de El
bar—, lo que hace pensar en secuelas o aun represalias por el pasado de
Álex de la Iglesia como director de la academia).
Llegó
a las salas hace más de un mes y ha sobrevivido al aluvión de estrenos
navideños; vamos a pensar, ya sea por una vez, que el público es sabio.
Director: Álex de
la Iglesia
Guion: Jorge
Guerricaechevarría, Álex de la Iglesia (remake
de la película de Paolo Genovese)
Intérpretes: Eduard
Fernández, Belén Rueda, Ernesto Alterio, Juana Acosta, Eduardo Noriega, Dafne
Fernández, Pepón Nieto
País: España
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