Hay
dos tipos de espectadores de Star Wars: aquellos para los que la primera
película de la saga es La guerra de las galaxias, y
aquellos para los que esa misma película se llama Episodio IV: Una nueva esperanza.
Como
yo soy de los primeros —de los que hicieron hace cuarenta años la cola
kilométrica en el Real Cinema de la plaza de Ópera de Madrid—, ver cada nueva
entrega del serial galáctico se parece a ir al concierto de un grupo de rock al
que sigues desde hace mucho: sabes que la actuación es una excusa para
presentar el nuevo disco, pero en el fondo vas porque esperas que terminen
tocando las canciones de siempre.
O
sea, que quiero persecuciones de naves por esos cielos remotos, y luchas de
sables chisporroteando, y tiroteos entre rebeldes e imperiales, y ruido,
pirotecnia, velocidad, hiperespacio, todo eso que ya no aporta nada nuevo pero
que es la razón por la que repites aunque te lo sepas de memoria.
Los cuarenta minutos finales de Los últimos Jedi son eso, y los
disfruto sinceramente, pero tengo que pasar más de una hora y media bastante
desequilibrada y que roza a veces lo tedioso, producto quizá de una época en la
que el público pide hobbits, Narnias, corredores de laberintos y juegos de
hambre; esto es, una época en la que se buscan sobre todo adeptos o frikis, que
son más rentables fuera del cine que dentro. Bienvenidos a la religión del merchandising (de hecho, y si mal no
recuerdo, es en esta película donde por primera vez se alude a los jedi como
“religión” u “orden religiosa”… con la iglesia hemos topado, amigo Skywalker).
Aparte
de que la nostalgia es dañina e injusta como ingrediente de cualquier análisis crítico
(reconozcámoslo, cuarentones y cincuentones del mundo), creo que las nuevas y
las futuras prolongaciones de la saga creada por George Lucas acarrearán el
lastre de tener que ir prescindiendo de los personajes de siempre, de los más carismáticos,
que bien han desaparecido —Darth Vader, Han Solo— o bien han quedado reducidos
al cameo o el guiño glorioso —Chewbacca, C3PO, Joda, R2D2—, con la intriga de
saber cómo se tratará el material filmado de la fallecida Leia/Carrie Fisher y
en qué quedará la reaparición de Luke Skywalker tras esta penúltima entrega.
Me
cuesta imaginar cuál sería la impresión de un espectador virgen, de alguien que
jamás haya visto antes una película de la familia Star Wars —¿quedará alguno?—,
e incluso me planteo si ha llegado el momento de jubilarse con honores y
quedarnos con un bonito recuerdo, no vayamos a convertir un idílico amor de
verano en un divorcio de destrucción masiva. O, si preferís el símil
cinematográfico, no convirtamos La guerra de las galaxias en La
guerra de los Rose.
Director: Rian
Johnson
Guion: Rian
Johnson
Intérpretes: Daisy
Ridley, John Boyega, Adam Driver, Óscar Isaac, Mark Hamill, Carrie Fisher,
Benicio del Toro
País: Estados
Unidos
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