Hace
unos meses, mientras veía La suerte de los Logan (Steven
Soderberg, 2017), pensaba por enésima vez que para hacer una película de los
Hermanos Coen no había más remedio que ser los Hermanos Coen. Algunos, como el
propio Soderberg en su mencionado último trabajo, o Sam Raimi en Un
plan sencillo (1998), o Harold Ramis en La cosecha de hielo (2005),
se han aproximado a mayor o menor distancia a esa manera singular de dibujar
personajes, remoldear géneros y retratar la Norteamérica profunda, aunque la
seña de identidad original era tan poderosa que siempre salía ganando en la
comparación.
En
su ya larga trayectoria, los Coen han ido alternando proyectos genuinos con
otras obras que se intuían estratégicas o aun mercenarias. Tenemos por un lado
las películas cien por cien estilo Coen, aquellas que los han hecho
reconocibles e imitados, y las que sin duda prefieren sus fans (Sangre
fácil, Muerte entre las flores, El gran salto, Barton Fink, Fargo,
El
gran Lebowsky, El hombre que nunca estuvo allí…).
Después están los trabajos que provienen de material ajeno, donde a veces han
logrado una traslación casi perfecta a su universo peculiar, como en No es
país para viejos y Valor de ley, y otras veces han
obtenido resultados desiguales aunque siempre apetecibles (sería el caso de Crueldad
intolerable, Ladykillers y Oh, Brother!). Por
último, quedarían las obras más endogámicas, aquellas que parecen producto de
un voluntario capricho, películas que abundan en la introspección o la broma privada,
que parecen hechas más para el deleite propio que para el disfrute del público,
y aquí incluiríamos la seudomusical y alternativa Inside Llewyin Davies, la
más disparatada que cáustica Quemar después de leer, la
ensimismada Un tipo serio (un plato demasiado kosher para el paladar mediterráneo), y su hasta ahora último (y
quizá peor) film, Ave César, donde lo mejor eran los números musicales que
homenajeaban y parodiaban a la vez a los clásicos de Hollywood.
Es
verdad que George Clooney se ha convertido progresivamente en el miembro
adoptado más destacado de la familia (arrebatándoles el privilegio a ilustres
predecesores como Turturro, Buscemi, Goodman, Bridges o el fallecido Polito), y
también es cierto que el guion de Suburbicon lo han escrito los
propios Joel y Ethan, pero mentiría si no reconociera que esta me parece la
mejor película de los Coen desde Valor de Ley (2010), aunque el tipo
que ha mandado tras la cámara tenga otro apellido.
Quizá
es porque se trata de un guion antiguo, de cuando sus autores se sentían más a
gusto metiéndole sarcasmo y un punto de brutalidad al género negro tradicional,
como si fuera el cierre de una hipotética trilogía que se completaría con Sangre
Fácil y Fargo.
Los
ingredientes son de sobra conocidos: años 50, pueblecito de risueños lugareños
que regalan pasteles de zanahoria o de ruibarbo o de sirope de arce o de
gelatina de cerezas o de cualquier bazofia empalagosa a sus nuevos vecinos;
carteros rubicundos, padres patriotas que juegan a lanzar la pelota de béisbol
con su hijo rapado al uno en el jardín trasero, señoras con rulos,
predicadores… y de repente, una familia de negros. Al típico conflicto racial
de arranque le unimos una pareja de chorizos que entra a robar en uno de esos
hogares modélicos, y entonces la historia se lía y se oscurece y se retuerce, y
terminamos entrando en Coenlandia, un lugar donde la muerte da risa y la
cotidianidad da miedo.
Matt
Damon vuelve a demostrar que vale para todo, que desde Ripley hasta el
astronauta perdido de Interstellar (Christopher Nolan,
2014), pasando por indomables, soplones, soldados, infiltrados o espías
amnésicos, cualquier personaje le encaja; que puede ser el bueno, el malo, el
demonio con cara de santo o el cordero con dientes de lobo. Lo misterioso (y
también lo meritorio) es que parece que nunca se esfuerce, que es más un bien
mandado que un superdotado. Pero así, como quien pasaba por ahí sin hacer
ruido, ya ha trabajado con Spielberg, Clint Eastwood, Scorsese, Coppola, Ridley
Scott, Alexander Payne, Christopher Nolan, Soderberg, Terry Gilliam, Paul
Greengrass, Gus van Sant, Robert de Niro, los susodichos Coen… Por currículum
no será.
Director: George
Clooney
Guion: Joel
Coen, Ethan Coen, George Clooney, Grant Heslov
Intérpretes: Matt
Damon, Julianne Moore, Oscar Isaac
País: Estados
Unidos
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