En
2001, tuvo que venir Guillermo del Toro, un director mexicano, para
demostrarnos que se podían hacer películas sobre nuestra guerra civil sin
repetir esa fórmula trillada de la que el público, con razón, se había hartado
ya desde hacía tiempo. Primero fue El espinazo del diablo, y, cinco
años después, repitió y mejoró la experiencia con El laberinto del fauno. Pocos
directores saben moverse entre Hollywood y el resto del mundo con tanto
desparpajo y ausencia de prejuicios como él.
En
La
forma del agua, Del Toro toma como referencia ese cine de ciencia
ficción que hoy nos parece naif pero que en su época era fiel reflejo del clima
político y los miedos ciudadanos: la guerra fría, la bomba nuclear, la conquista
del espacio y la consecuente conjetura sobre la vida extraterrestre… Combinando
dichos elementos, y aderezándolos con sus señas peculiares (sentido del humor
tirando a negro, afinidad por los frikis y los seres marginados o rarunos), nos
cuenta una historia que de entrada parece que nos hayan contado ya mil veces,
empezando por La bella y la bestia,
pasando por los monstruos de feria de Todd Browning, y terminando con los
adefesios misántropos de Todd Solondz.
Sin
embargo, donde autores como Solondz son crueles, retorcidos y en exceso amargos,
Guillermo del Toro añade una pizca de luz y de eso que por desgracia estamos
perdiendo en este mundo sobreinformado en el que los espectadores aspiran a ser
el más experto (“yo ya lo he visto todo y ninguna película me sorprende”) o el
más glotón (“me he descargado 53 temporadas de 77 series y me las he visto
todas en un domingo”): hablo de esa capa de ingenuidad que se te viene encima
cuando la sala de cine se queda a oscuras, de esa actitud expectante y generosa
ante la obra de arte o de ficción, de esa predisposición a creerte la mentira que
te van a contar porque vas a disfrutar de la evasión y no a cargarte de
munición para presumir de ser el primero en ver algo, o el más original, o el
más alternativo, o el más destroyer, o todo a la vez, que también.
La
forma del agua mezcla lo bonito y lo feo, el cuento de hadas y
el thriller, el lenguaje soez y el sexo sin remilgos (algo, por cierto, poco
habitual en una película que aspira a pasar levitando por la alfombra roja de
Hollywood en pocos días), y está poblada de humanidad en todos los sentidos, de
lo mejor y también de lo peor de nuestra especie: un festival de pelos,
escamas, sangre y agua que deslumbra en lo estético y conmueve en lo dramático.
Trabajo
excelente de todos los actores, y aunque esta vez no hay cameo de Santiago
Segura, se nota que Del Toro es amigo fiel, y se marca un guiño que los más
iniciados en el torrrentismo sabrán
apreciar.
Director: Guillermo
del Toro
Guion: Guillermo
del Toro, Vanessa Taylor
Intérpretes: Sally
Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Richard Jenkins, Octavia Spencer, Michael
Stuhlbarg
País: Estados
Unidos
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