Que
no os despisten el blanco y negro, ni su brevedad, ni sus evidentes formas
teatrales: The party es una película agresiva, mordaz, corrosiva, afilada
y más eficaz en su retrato del mundo actual que cualquier telediario o
documental con pretensiones.
Un
matrimonio formado por una recién nombrada ministra y un eminente profesor de
universidad amante de la botella recibe en su casa a un plantel de amigos que
parecen el reparto de un chiste: la filósofa madura y su esposa ex concursante
de MasterChef; la amiga cínica y su marido teutón (un coach pelmazo que parece el
contestador automático de Mr Wonderful), y el yupi cocainómano, que aparece
solo porque, según anuncia, su mujer llegará con retraso.
La
reunión derivará en un debate desatado y accidentado, donde caben la política, la
economía, la educación y la cultura, y en el que se establecen duelos que
enfrentan al amor y las ideas contra el trabajo y el dinero; a la sanidad contra
la seudociencia, al coaching y el postureo espiritual contra el escepticismo y
la razón académica, al feminismo contra el antimasculinismo… y entre pulla y
reproche, espacio también para departir sobre la fidelidad, la ambición, el
fracaso, la amistad, la muerte y casi todo lo imaginable cuando en una misma
habitación juntamos seres humanos y litros de vino.
Esto
de la reunión familiar o social que acaba en verbena de insultos o en bacanal
de secretos inconfesables es casi un género en sí mismo, y vienen a la memoria
títulos como Los amigos de Peter (Kenneth Branagh, 1992), Celebración
(Thomas Vinternerg, 1998), Agosto (John Wells, 2013), El
nombre (Alexandre de la Patellière, Matthieu Delaporte, 2012), Un
dios salvaje (Roman Polanski, 2011) o la reciente Perfectos desconocidos
(Álex de la Iglesia, 2017). Quizá el factor diferenciador de The
party está en su vigencia, lo que no quiere decir que sea un trabajo
meramente coyuntural, ya que los temas que aborda son sin duda aplicables a
realidades pasadas o futuras, si es que nadie lo remedia antes.
Los
intérpretes, de sobresaliente sin excepción, o, si acaso, con matrícula de
honor para Timothy Spall y Patricia Clarkson (solo el Dios del marketing sabe
por quñe no aparecen entre los candidatos a los Oscars). Destacar también la
banda sonora hábilmente encajada desde el propio (y único) escenario en el que
transcurre la acción: un tocadiscos que crea atmósfera y juega a cambiar el
registro dramático aun en contra de la voluntad de los personajes.
Todo
esto en setenta minutos. (¡Setenta!) Casi un milagro en estos tiempos de
películas eternas como colas en urgencias y sobrehinchadas como culturistas.
Director: Sally
Potter
Guion: Sally
Potter
Intérpretes: Kristin
Scott Thomas, Timothy Spall, Patricia Clarkson, Bruno Ganz, Emily Mortimer,
Cillian Murphy, Cherry Jones
País: Estados
Unidos
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