Habría
que empezar advirtiendo al respetable de que Pieles es la típica obra
propia de festivales y circuitos exclusivos, y también un ejemplo más de
necesidad de reivindicación de un actor que quiere redimirse de su condena al encasillamiento
televisivo demostrando inquietudes y asumiendo riesgos artísticos que mezclan
el atrevimiento genuino con el afán gratuito de provocación.
No
es, por tanto, una película de tarde dominical con palomitas y evasión lúdica.
Imagino que su escasa y a la vez precisa distribución en la cartelera ya es
suficiente pista, pero por si acaso alguno anda desorientado, dicho queda.
Como
sucede en tantos otros debuts autóctonos, el filme de Casanova parece por
momentos un cortometraje hinchado (77 minutos, y podrían ser incluso menos), un
puzle en el que las piezas conceptuales ligan mejor que las puramente
narrativas, y en el que uno, mientras trata de armarlo, puede entretenerse
igualmente detectando ecos y guiños (algunos de ellos involuntarios; no lo descarto):
Almodóvar en la estética de la puesta en escena y la afectación dialéctica; un
poco de la escatología kitsch de John
Waters, y hasta una pizca de David Lynch en la atmósfera semi onírica de los
episodios del burdel. Es verdad que los monstruos de feria de Tod Browning (la
referencia que debería mandar sobre las demás) quedan lejos, y tampoco Pieles
alcanza la notable fusión entre estilo y provocación que sí logró Paco León en Kiki, el amor se hace (2016).
No
cuesta deducir que entre las intenciones de Casanova figuraba en un lugar
predilecto la de regalarles momentos de lucimiento a algunos sus colegas de
profesión. Para ello, ha dividido el reparto entre personajes desfigurados o incómodos
de ver (donde destacan Candela Peña y Macarena Gómez) y otros de fachada
convencional pero retorcidos en lo íntimo (como los de Secun de la Rosa, Itziar
Castro, Joaquín Climent o Enrique Martínez, que, quizá paradójicamente,
terminan resultando los más interesantes).
Transgredir
no es fácil. Hacerlo echando mano del morbo y de los tabúes asociados a la
sexualidad y la belleza no supone novedad alguna en este siglo nuestro, y aun
así, con todas sus imperfecciones y deslices propios del amateurismo, la
película tiene momentos destacables, y —como, sin ir más lejos, le sucedió a su
productor, Álex de la Iglesia— es una opera prima de las que dejan entrever
posibilidades suculentas de cara al futuro.
Director: Eduardo
Casanova
Guion: Eduardo
Casanova
Intérpretes: Macarena
Gómez, Ana Polvorosa, Candela Peña, Secun de la Rosa, Itziar Castro, Jon
Kortajarena, Carmen Machi, Joaquín Climent, Enrique Martínez
País: España