Hubo
una época en que el nombre de M. Night Shyamalan era sinónimo de misterio,
sorpresa y originalidad. A estas alturas no debe de quedar nadie sobre la faz
del planeta que no sepa el final de El sexto sentido y que no haya oído
o replicado la frase “En ocasiones veo muertos”, que se ha ganado un puesto de
honor en el hit parade de los memes y
los virales internautas.
Después
de aquello, es verdad, el director de origen indio no fue capaz de repetir el
bombazo, pero eso no quiere decir que las películas posteriores desmerecieran.
Yo he sido de los que en su momento defendieron El protegido, Señales
y El
bosque, porque creo que eran obras singulares y estimulantes que, más
allá de sus trucos y artificios, te mantenían con el culo pegado a la butaca y
los ojos enganchados a la pantalla hasta el momento cumbre de quedarte con la
boca abierta.
Luego
el hombre perdió el oremus, y aunque la apreciable La visita (2015) parecía
haberlo recuperado para el oficio del misterio, resultó ser un endeble
espejismo, pues en Múltiple solo quedan destellos intermitentes de su habilidad
para acercar la historia a un palmo del espectador, dosificar la aparición del
objeto del miedo y sacarle provecho a lo que queda fuera del encuadre (como el
Spielberg de Tiburón, con quien se le llegó a comparar en su día).
Da
la impresión de que Shyamalan ha pretendido ir más allá del simple relato
terrorífico y ser más profundo o complejo. No hacía falta. No está mal tener a
Hitchccok o a Brian de Palma en mente mientras se filma, pero no es necesario
cuando uno posee ya un estilo propio reconocido (aunque últimamente ande medio
despistado) y que funciona. Ya puestos, este mismo tema lo abordó el director James Mangold en Identidad (2003), que no es ninguna obra maestra del cine pero sí del engaño trilero, lo que al menos se traduce en entretenimiento, que no es poca cosa.
El esfuerzo de James McAvoy para desdoblarse en las múltiples personalidades del protagonista es notable, pero al final llega a parecer incluso gratuito, y lo que debería dar miedo se queda a un paso de dar risa.
El esfuerzo de James McAvoy para desdoblarse en las múltiples personalidades del protagonista es notable, pero al final llega a parecer incluso gratuito, y lo que debería dar miedo se queda a un paso de dar risa.
Lo
más interesante, de hecho, no es la trama principal (el secuestro de unas
adolescentes a cargo de un tarado), sino que termina siendo la subtrama narrada
en flashbacks acerca de una de las
chicas cautivas, una historia sórdida e inquietante que lo mismo habría dado
para más... ¿Y si hubiera sido esa la película?
Director: M.
Night Shyamalan
Guion: M.
Night Shyamalan
Intérpretes: James
McAvoy, Anya Taylor-Joy, Betty Buckley
País: Estados Unidos
No hay comentarios:
Publicar un comentario