Esta
película multipremiada en distintos festivales, como el de Cannes o el de Sitges,
llama la atención por salirse felizmente de la norma a la que suele adherirse
el cine gore o ese subgénero conocido
como slasher. Crudo va de sangre y
adolescentes, sí, pero su efectividad no se basa en la desmesura sino en la
exactitud, en lo bien elegidos que están los momentos para inquietar y revolver
las tripas. Que nadie espere kilos de carne trinchada o diluvios de
hemoglobina; cualquier peliculilla de zombis —y aun algunos thrillers— enseña
más, aunque dudo que impresione tanto.
A
estas alturas uno ya ha visto suficientes hachazos, decapitaciones, hemorragias
y desmembramientos como para estar curado de todo espanto. Sin embargo, todavía
retiro la vista de la pantalla cuando intento obligarme a ver escenas como la
del interrogatorio en El crimen de Cuenca (Pilar Miró, 1979),
en la que los agentes de la guardia civil colocaban astillas bajo las uñas de
los presos y luego jugaban al trampolín…
La
directora Julia Ducournau adopta un punto de vista similar frente al horror de
conductas como el canibalismo o el vampirismo. Y añade, para regocijo, el
detalle irónico de presentarlo por medio de una jovencita criada en el seno de
una familia animalista y vegana. La joven se estrena en la facultad de
Veterinaria, donde se reunirá con su hermana mayor, y pasará por el via crucis
de rigor para su adaptación al entorno: novatadas, marginación, aquelarre de raritos,
desorientación sexual, amistades peligrosas y rituales de iniciación que
abrirán puertas insospechadas.
Hay
elementos en común con la magistral Déjame entrar (Thomas Alfredson,
2008), y aunque, por supuesto, no alcanza su nivel, Crudo ofrece sorpresas y
matices grimosos que la alejan de la serie B convencional y la aproximan a
otros retratos de la problemática adolescente que, por el hecho de ser
abordados desde géneros distintos al terror, suelen ser más respetados, como es
el caso de la estupenda Hard Candy (David Slade, 2005), la
interesante Tenemos que hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2011) o la
insufrible Elephant (Gus Van Sant, 2003).
Así
pues, sí, hay chicha; pero también miga.
Directora: Julia
Ducournau
Guion: Julia
Ducournau
Intérpretes: Garance
Marillier, Ella Rumpf, Rabah Nait Oufelia, Laurent Lucas
País: Francia