El conflicto racial en el sur de los Estados
Unidos es un tema tan recurrente y rentable para el cine como el holocausto
nazi, y, además, acostumbra a ser muy del gusto de quienes preparan el menú de
candidaturas a los premios de Hollywood.
Hasta aquí, lo previsible; pues Loving,
si algo posee, es el rasgo distintivo de la contemplación y la delicadeza
frente a la más acostumbrada visión desgarrada y truculenta de este tipo de
historias. Es decir, que no nos vamos a encontrar con un muestrario de
latigazos y vejaciones al estilo de 12 años de esclavitud (Steve
McQueen, 2013) o Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012), ambas muy
recomendables, por cierto. Tampoco, aunque coincide en el contexto histórico, se
inclina por desarrollar la trama desde el enfoque reivindicativo y policial de
la monumental Arde Mississippi (Alan Parker, 1988).
Esta es la historia real de Richard y
Mildred, blanco él, negra ella, a quienes se les ocurrió nada menos que casarse
y tener hijos mestizos en la Virginia de finales de los 50, lo que les acarreó arrestos,
encarcelamientos y hasta el destierro. Como el paranoico apocalíptico de Take
shelter o el marginado zarrapastroso de Mud, este Richard Loving
es un tipo con el que Nichols se maneja a la perfección. Un hombre sencillo,
rudo, algo taciturno pero bondadoso en su simpleza, alguien que solo desea
vivir con los suyos sin molestar a nadie, que no quiere alcanzar la fama ni ser
la cabeza visible de ningún movimiento social. No es una trama especialmente
novedosa, salvo por el hecho peculiar de que ese personaje central, ese señor
común amenazado por la sinrazón y los prejuicios, es esta vez un hombre blanco.
Y tiene su mérito que un relato que aborda la lucha de una pareja por defender su
dignidad y sus derechos durante una década prescinda de exabruptos y golpes de
efecto, y, aun así, logre transmitir lo que se propone llegando hasta las
mismas entrañas.
Es, pues, una película intimista y emotiva,
pero de ritmo reposado, así que cuidado con quienes esperen lágrimas por
aspersión y fuertes sacudidas, porque no hallarán nada de eso. Encontrarán, a
cambio, una manera sutil de conmover con un manejo minucioso y calculado de los
momentos cumbre de esta odisea verídica.
Ruth Negga es candidata este año al Oscar
con todo merecimiento. Joel Edgerton debería estar también nominado, y no solo
por su interpretación en esta película. Ya puestos, aprovecho para recomendar
su opera prima como director, El regalo, estrenada el verano
pasado sin demasiado entusiasmo y, por supuesto, ignorada en todas las listas
de aspirantes a galardones y reconocimientos del gremio, aunque, para el que
suscribe, se trate de una de las mejores películas de 2016. Ahí lo dejo.
Director: Jeff Nichols
Guion: Jeff Nichols
Intérpretes: Joel Edgerton, Ruth Negga, Michael Shannon
País: Estados Unidos
No hay comentarios:
Publicar un comentario