viernes, 13 de octubre de 2017

Blade Runner 2049

Replicar sin ofender





Uno oye Blade Runner y enseguida piensa en la oscuridad perpetua y la constante lluvia, en el test enrevesado para pillar replicantes, en un Chinatown futuro y decadente, en el saxo y la música de Informe Semanal (bueno, de Vangelis, en realidad), en el detective Deckard y su insidiosa sombra con bigote, en las lágrimas en la lluvia y el “he visto cosas que vosotros no creeríais”, en la papiroflexia y los frikis de J F Sebastian, en el luminoso gigante de Coca-Cola…

Algo de todo ello hay en esta continuación, aunque se ha perdido la atmósfera inconfundible, o, como mínimo, ya no permanece como clima exclusivo. Donde la original era claustrofóbica y orgánica, esta es más desangelada y apocalíptica. Ya no es género negro, sino distopía pura; ciencia ficción filosófica, muy de ahora, muy bien hecha también.

Repito lo dicho aquí mismo hace unos meses: siempre he sostenido que, cuando Ridley Scott filmó Blade Runner  en 1982, su máxima intención era regalarle al público un gran entretenimiento, cine de género de primera calidad. Ocurrió, sin embargo, que la película pasó a ser “de culto”, y entonces la cinefilia ceñuda y pretenciosa se vio en la obligación de reivindicarla como cine de autor profundo y selecto.

Esto, que debería ser una virtud, puede haber sido en parte una carga a la hora de acometer la temeraria empresa de rodar una segunda parte, secuela, continuación, o como prefiramos llamarla. A Denis Villenueve y sus guionistas Fancher y Green todo el mundo les va a pedir estar a la altura “intelectual” de la obra maestra de origen, mientras que lo principal de un proyecto así, tal como yo lo veo, es precisamente hacer que el espectador se olvide de cualquier otra película (ya sea por comparación, por añoranza o por aburrimiento) que no sea la que está viendo.

Así pues, Blade Runner 2049 ofrece lo que debe: equilibrio entre el disfrute y la reflexión, tensión y drama, acción y sentimiento, un buen puñado de imágenes potentes y una renovación estética y sonora acorde a los tiempos.

La hondura filosófica, además, sigue ahí. La crisis existencialista de los replicantes, las preguntas esenciales sobre la creación y el alma, el dilema cada vez menos futurista de hasta qué punto la tecnología es capaz de curar la soledad...

Ryan Gosling está bien como sucesor del cazapellejudos inmortalizado por Harrison Ford hace treinta y tantos años. Quizá el punto más flojo son los secundarios; en este caso, todos quedan ensombrecidos por sus predecesores.

Resumiendo: si Blade Runner es una criatura original, Blade Runner 2049 es un replicante. Un chiste fácil, sí, pero no un mal chiste. Dicho de otra manera: la de Ridley Scott era un thriller futurista sobre seres gélidos y sintéticos, y la de Denis Villeneuve es una película gélida y sintética sobre esos mismos seres, pero alejada ya de los cánones del cine negro tradicional. Uno no es mejor o peor hijo porque se parezca más o menos a sus padres, así que mi consejo es que os dejéis de comparaciones y mitomanías, y tratéis de disfrutarla, porque merece la pena.


Director: Denis Villeneuve
Guion: Hampton Fancher, Michael Green
Intérpretes: Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas, Robin Wright, Sylvia Hoeks
País: Estados Unidos

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