Stephen
Gaghan dio el pelotazo con el guion de Traffic (Steven Soderberg, 2000), y
tan bien le fue que aplicó la misma fórmula de historias cruzadas para su debut
como director, Syriana (2005), un thriller de espionaje basado en hechos
reales que resultaba tan apasionante como intrincado (una de esas películas que
requieren la máxima atención durante todo el metraje para no perder ni un solo
dato; si te flojeaba la vejiga, ausentarse de la sala podía significar
ausentarse también de la película).
Para su segundo trabajo, Gaghan se ha olvidado de puzles y hasta de escribir el guion. Gold es, en consecuencia, una película más convencional, más al estilo de lo a que Hollywood le gusta cuando se trata de contar historias sobre estafas y chanchullos. El pariente más cercano es La gran estafa americana (David O. Russell, 2013), pero la familia tiene más miembros que los Ruiz-Mateos: desde la imprescindible matriarca El golpe (George Roy Hill, 1973) hasta su más digna heredera Nueve reinas (Fabián Bielinsky, 2000), pasando por alto la incontable prole de legítimos o bastardos.
No obstante, da la impresión de que la película a la que le gustaría parecerse —sin lograrlo, claro— es El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013), con recital incluido —y aquí obviamente aumentado— de Matthew McConaughey, calvo, barrigón y pasado de rosca para contar la odisea de un par de hombres de negocios venidos a menos que encuentran en Indonesia la solución a sus problemas.
Oro, malaria, agua potable y dinero sucio, lo típico, narrado a buen ritmo, con las sorpresas de rigor y algún giro que la torpeza promocional arruina de antemano. No es ninguna obra maestra, pero es lo mínimo que uno pide cuando busca una digna evasión.
Para su segundo trabajo, Gaghan se ha olvidado de puzles y hasta de escribir el guion. Gold es, en consecuencia, una película más convencional, más al estilo de lo a que Hollywood le gusta cuando se trata de contar historias sobre estafas y chanchullos. El pariente más cercano es La gran estafa americana (David O. Russell, 2013), pero la familia tiene más miembros que los Ruiz-Mateos: desde la imprescindible matriarca El golpe (George Roy Hill, 1973) hasta su más digna heredera Nueve reinas (Fabián Bielinsky, 2000), pasando por alto la incontable prole de legítimos o bastardos.
No obstante, da la impresión de que la película a la que le gustaría parecerse —sin lograrlo, claro— es El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013), con recital incluido —y aquí obviamente aumentado— de Matthew McConaughey, calvo, barrigón y pasado de rosca para contar la odisea de un par de hombres de negocios venidos a menos que encuentran en Indonesia la solución a sus problemas.
Oro, malaria, agua potable y dinero sucio, lo típico, narrado a buen ritmo, con las sorpresas de rigor y algún giro que la torpeza promocional arruina de antemano. No es ninguna obra maestra, pero es lo mínimo que uno pide cuando busca una digna evasión.
Director: Stephen
Gaghan
Guion: Patrick Massett, John Zinman
Intérpretes: Matthew McConaughey, Edgar Ramírez, Bryce Dallas Howard
País: Estados Unidos
Guion: Patrick Massett, John Zinman
Intérpretes: Matthew McConaughey, Edgar Ramírez, Bryce Dallas Howard
País: Estados Unidos
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