jueves, 6 de abril de 2017

El bar

Sangre, sudor y fritanga





Álex de la Iglesia, cincuentón que aún conserva su pinta de freak de tienda de comics, director rebelde, iconoclasta e irreverente —y que lleva, por tanto, el sarcasmo grabado en su propio apellido—, es, sin duda, el elemento idóneo para dar el puñetazo en la mesa y poner firmes a todos aquellos que llevan años de espaldas al patio de butacas, vomitando trascendencia acartonada y pretensiones de festival elitista.

El genio que parió El día de la bestia, Muertos de risa, La comunidad, Balada triste de trompeta, Perdita Durango, Crimen ferpecto, La chispa de la vida y Los crímenes de Oxford no es el típico progre de catálogo y paladín de la eterna subvención. Su cine es arriesgado, brutal, libre como pocos, respetuoso heredero de los clásicos y a la vez rabiosamente contemporáneo.

Uno puede deducir sin dificultad hacia dónde se inclinan sus preferencias ideológicas, pero el cineasta vasco es tan profesional e inteligente que huye de sesgar al público con panfletos y soflamas. Mientras otros se perpetúan en el manierismo de la sempiterna idea de las dos Españas, él opta por burlarse de lo grotesco del propio concepto, de lo absurdo de una dualidad fratricida y trasnochada que ya deberíamos ir superando de una vez por todas.

De la Iglesia, además, puede presumir de ser el único que se atreve a hacer calimocho con un gran reserva (o agua de Valencia con Dom Perignon, ya puestos). Porque así es su cine. No apto para prejuiciosos ni puristas. Algunos se arrodillan ante sus mitos y nos los presentan como intocables, y él se los lleva de farra y los sienta a nuestra mesa (o a nuestro retrete, incluso). De este modo, en el universo De la Iglesia conviven Buñuel, Berlanga y Almodóvar con Ozores, Esteso y Pajares; Tarantino con Torrente, el gore con Cine de Barrio, los cánones de Hitchcock con la astracanada carpetovetónica, los monstruos lúgubres de Todd Browning con los frikis de la era del zapping y el videojuego.

A estas alturas, es ya un director tan consagrado que puede permitirse vivir de la inercia y la autorreferencia (como Woody Allen, o Almodóvar). Esto se lo podemos reprochar ahora un poco no mucho, que somos fans, pero no significa que no se lo haya ganado como legítimo derecho.

Tampoco vamos a negar que El bar, como sus inmediatamente predecesoras Las brujas de Zugarramurdi y Mi gran noche, no parece buscar la captación de nuevos adeptos, sino que da la impresión de estar concebida para seguidores incondicionales, lo que desequilibra un poco el conjunto, ya que las altas dosis de complicidad se ven contrarrestadas por una sensación sospechosa de piloto automático.

La primera media hora es antológica, una mezcla de Agatha Christie y Luis Buñuel, un thriller claustrofóbico con un punto surrealista ocho personajes confinados en un espacio cerrado que no deben abandonar si no quieren ser abatidos por un francotirador—, un retrato vitriólico y descarado de esta época nuestra de terrorismo, corrupción, paranoia mediática, plagas de laboratorio y fiebre de red social.  Habría quedado redonda, por ejemplo, como el episodio de una versión de Relatos Salvajes (Damián Szifrón, 2014) a la española.

El viraje que aleja la trama del suspense costumbrista y la acerca al terror apocalíptico le resta atractivo, y si la película se sostiene es por el oficio del director —no hay nadie en España como él— para mostrar la acción brutal y componer un sainete satírico y escatológico en las entrañas podridas de una ciudad que huele aún peor, aunque no lo parezca, en su superficie.

Como siempre, excelentes secundarios que se reparten el protagonismo a intervalos y en este aspecto la película se resiente de la pérdida de algunos de ellos a mitad de metraje—: Secun de la Rosa, Carmen Machi, Joaquín Climent, Mario Casas, Terele Pávez, Blanca Suárez, Jaime Ordóñez (cuyo personaje parece un guiño del director a sí mismo y sus gloriosas bestias demoníacas de antaño) y un desaprovechado Alejandro Awada (por favor, no os perdáis la serie El clan) ponen mucho de su parte para que ese tramo final de El bar se mantenga en pie pese a que lo mejor lo hayamos dejado muchos minutos atrás. 



Director: Álex de la Iglesia
Guion: Álex de la Iglesia, Jorge Guerricaechevarría
Intérpretes: Blanca Suárez, Mario Casas, Carmen Machi, Secun de la Rosa, Jaime Ordóñez, Joaquín Climent, Terele Pávez, Alejandro Awada
País: España

No hay comentarios:

Publicar un comentario